A lo largo de nuestras vidas en este mundo, dejamos de decir palabras cariñosas cuando deberíamos, o vemos que alguien nos necesita y pasamos sin darnos cuenta. Todo esto causa heridas espirituales que pueden separarnos de los demás y de nuestra propia alma.
Provenimos de DIOS, que es UNO, es la unidad de la creación. Nuestros Ángeles son mensajeros, perfectos transmisores del amor y la gracia de DIOS. Lo único que desean es que el amor, la armonía y la perfecta paz de DIOS habiten en nosotros porque estas cualidades forman parte de ellos.
Por este motivo los Ángeles están dispuestos a ayudarnos en cualquier momento para que seamos capaces de perdonar a los demás, comprender la necesidad de pedir perdón cuando hemos herido a otra persona y ser perdonados; los Ángeles están junto a nosotros y nos ofrecen su amor y su apoyo. Nuestros Ángeles se alegran siempre que superamos nuestra ceguera espiritual y las barreras que nosotros mismos hemos creado.
El perdón y la curación son inseparables. El perdón, tanto si lo damos como si lo recibimos, es el que inicia el proceso que nos cura esas heridas. Es la medicina más poderosa que existe, porque detiene los daños que las heridas pueden causar y prepara el terreno para que el amor, las sustituya a través de la reconciliación. El perdón no es una emoción ni un sentimiento, un acto voluntario en el cual decidimos sanar una herida; no llevarla en el corazón. Al tomar la decisión de perdonar; se abre la puerta a la sanación. Allí entra el amor y sana cualquier rencor almacenado. La mayoría de las veces estamos tan heridos, que no damos importancia al rencor y nos cegamos negándonos la oportunidad de perdonar, es lo único que alivia nuestro dolor.
La manera más sencilla de perdonar es pidiéndolo, pero algunas veces no encontramos la manera de hacerlo o no recibimos respuesta; estos detalles no impiden el realizar nuestra sanación, ya que depende de nuestra voluntad, comprensión y disposición. El perdón, no es fácil se necesita tiempo y a veces lo más difícil de perdonar son nuestras propias faltas, pero debemos continuar hasta que nuestros sentimientos estén en paz.
Cuando nuestro dolor o recuerdo regresen a nuestra mente, pidamos ayuda a Dios y a nuestros Ángel de la Guarda, en colaboración con el Ángel de la Guarda de la otra persona o de la situación; nos llenen de Luz Divina este momento y digas: “TE PERDONO.”
Dice: “Amadísima Presencia de DIOS YO SOY, en mí. Bajo Tu Divina Presencia invito a mi Ángel de la Guarda, al Arcángel Miguel para mi protección y al Arcángel Zadkiel, para que limpie, transmute y sane esta situación. Imaginas que está detrás de ti, te cubren con sus alas totalmente y te da su amor. Recuerda y trae a tu mente la (situación o la persona que deseas perdonar), visualiza como de tu corazón sale una Luz Violeta y envuelves esa (persona o situación) y le dices: “Los siento, te perdono por lo que me has hecho y que me ha causado dolor y tristeza; te perdono y te dejo en libertad puedes irte.” Dale las gracias por todas las experiencias que han vivido, ve como esta persona o situación se aleja de ti. Da las gracias a tu Divina Presencia de Dios, a tu Ángel de la Guarda, al Arcángel Miguel, al Arcángel Zadkiel y a todos los Seres de Luz que han estado allí para colaborarte en esta sanación, toma un tiempo para sentir todo el Amor y la Paz que te llena.
Respira suavemente y poco a poco comienza a regresar a tu diario vivir, moviendo y estirando tu cuerpo. Se consciente de tu espacio.