Escoge durante el día una hora durante la cual puedas hacer un paréntesis de unos diez o quince minutos en tus ocupaciones. Si lo deseas coloca a muy bajo volumen, música instrumental, sonidos de la naturaleza o alguna melodía serena. Selecciona algún lugar donde no seas interrumpido. A medidas que te organizas; mira este hacer como un momento muy especial que has decidido regalarte a ti mismo, te lo mereces y estás dando lugar a tu Cristo Interior para que se acerque a ti.
sábado, 22 de octubre de 2011
SENTIR A TU ÁNGEL DE LA GUARDA.
Escoge durante el día una hora durante la cual puedas hacer un paréntesis de unos diez o quince minutos en tus ocupaciones. Si lo deseas coloca a muy bajo volumen, música instrumental, sonidos de la naturaleza o alguna melodía serena. Selecciona algún lugar donde no seas interrumpido. A medidas que te organizas; mira este hacer como un momento muy especial que has decidido regalarte a ti mismo, te lo mereces y estás dando lugar a tu Cristo Interior para que se acerque a ti.
Cierra los ojos, intenta no pensar; si te invaden los pensamientos deja que entren en tu mente sin poner atención a ellos y déjalos salir con naturalidad. Concéntrate en tu respiración: Inhalas – Retienes – Exhalas – Retienes. Ahora centra tu atención en tu Ángel de la Guarda, visualízalo y deja que una sonrisa ilumine tu rostro y percibe la sensación de paz que te invade; sentirás que un halo de Luz Blanca te ilumina. Lleva a tus espaldas con amor y delicadeza a tu Ángel. Recuerda todo el tiempo que él lleva allí esperando este bello momento que tomaras consciencia de su existencia. Su labor es muy amorosa ya que te protege y te guarda, siempre ha estado allí contigo. Dile cuanto lo amas, pide perdón por tu silencio y da las gracias por su compañía y amor. Inmediatamente percibirás como te envuelve con su Luz y sus alas, ofreciéndote protección. Visualiza como esa Luz Blanca te penetra totalmente y haciendo que la paz y la ternura se apoderen de ti. Permanece el tiempo que desees con él; luego agradece su presencia y su compañía siempre. Respira, mueve suavemente tu cuerpo y abre tus ojos. Se consciente del lugar donde estás.
Luego, durante el día, trata de recordarlo y de invitarlo a participar en tus actividades diarias; dile que te permita inhalar su Luz y su fragancia. Verás cómo, a veces, el aire se llenará de un aroma suave y exquisito; al salir de casa dale las gracias por su compañía y la seguridad que te da. Es un regalo que te hace.
Escoge durante el día una hora durante la cual puedas hacer un paréntesis de unos diez o quince minutos en tus ocupaciones. Si lo deseas coloca a muy bajo volumen, música instrumental, sonidos de la naturaleza o alguna melodía serena. Selecciona algún lugar donde no seas interrumpido. A medidas que te organizas; mira este hacer como un momento muy especial que has decidido regalarte a ti mismo, te lo mereces y estás dando lugar a tu Cristo Interior para que se acerque a ti.
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